Antonio Espaillat ha expresado una verdad que debería mantener a todo el país en alerta máxima.
En El Diario del Consumidor, nuestra misión es clara: defender los derechos y la seguridad del pueblo dominicano. Por eso, ante las recientes declaraciones de Antonio Espaillat, uno de los propietarios de la discoteca Jet Set, optamos por ir más allá del juicio fácil o la condena apresurada.
No se trata solo de esperar el informe oficial de las autoridades locales e internacionales sobre el colapso ocurrido. Se trata de encender una alarma nacional sobre una amenaza mucho mayor, una que, si no se maneja de inmediato, podría desencadenar tragedias de dimensiones impensables.
En una reciente entrevista, Antonio Espaillat reveló que, en todos los años de operación de Jet Set, jamás recibieron una inspección formal por parte de las autoridades estatales. Solo los sacrificados bomberos, carentes de equipos adecuados, se acercaron alguna vez a evaluar el lugar.
Esta confesión debe estremecernos:
¿Cuántos centros de diversión, entretenimiento, deportes, cultura, y hasta edificios públicos, están hoy operando sin inspecciones reales?
¿Nos hemos preguntado alguna vez cuán seguros están nuestros hijos en un concierto, nuestros padres en un hotel, nosotros mismos en una plaza comercial?
Recordemos: no es un caso aislado. Hace apenas unos años, parte del techo del propio local del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) se desplomó, demostrando que ni siquiera las instituciones técnicas están exentas del peligro.
Ahora imaginen:
Un viernes o sábado en la noche, cuando discotecas, bares, hoteles y casinos están abarrotados… y que justo en ese momento ocurra un terremoto.
¿Imagina usted las consecuencias en locales nunca inspeccionados?
Los muertos no se contarían por cientos, sino por miles.
Los heridos saturarían y colapsarían hospitales y clínicas a nivel nacional.
Sería una tragedia peor que el COVID-19. Peor que Jet Set.
Peor aún: ¿qué pasaría si el sismo ocurre de día? Cuando escuelas, oficinas gubernamentales, torres corporativas, gimnasios y plazas comerciales están repletas.
¿Sabemos si esas estructuras están realmente preparadas para resistir?
A esto sumemos otra pregunta escalofriante:
¿Tienen nuestros bomberos el equipamiento necesario para enfrentar incendios en torres de 20, 30 o 40 pisos?
Si usted vive en una torre alta y lee estas líneas, probablemente ya siente el pánico que deberían sentir nuestras autoridades.
La tragedia de Jet Set no puede ser vista como un evento aislado. Es una señal. Una advertencia. Un llamado urgente.
Este momento debe ser aprovechado como una oportunidad histórica para:
- Auditar todas las construcciones públicas y privadas que reciben aglomeraciones.
- Supervisar rigurosamente las discotecas, bares, estadios, gimnasios, plazas y centros educativos.
- Equipar urgentemente a nuestros cuerpos de bomberos.
- Implementar protocolos de emergencia realistas y funcionales.
El Estado dominicano tiene en sus manos la responsabilidad de actuar ahora.
Porque la próxima tragedia, si no hacemos nada, no será cuestión de «si ocurre», sino de «cuándo».
Y esta vez, el país entero llorará por no haber abierto los ojos a tiempo.